Tiene cara de niño bueno, y gafas de intelectual que sólo se pone a veces, y ojos pequeños y templados, y trajes impecables, y cara fina, y el pelo bien cortado, y camisas blancas y jerseys de pico como los que probablemente vestía de pequeño cuando estudiaba en el colegio Mirabal, un centro privado, laico, de Madrid; y parece un poco forzado ante las cámaras y un poco tímido y un poco pijo, aunque es simpático, y demasiado atento a las instrucciones que le dan sus compañeros de plató, y se trabuca o, a veces, sale airoso. Está aprendiendo.
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